sábado, 24 de noviembre de 2012

tú, la falsa chilenita.

Decías que tú eras el que más sentía. Éso decías. Dijiste que siempre estarías para mí pero después de el fin, no quisiste ni saludarme. Sí, puede que estuvieras dolido, puede que fuera más de lo que pudieras manejar en ese momento, puede que un saludo significara revivir el momento en que todo terminó; sí, pero prometiste NUNCA faltar a tu palabra. Yo siempre creí que aunque todo terminará, siempre te tendría, siempre contaría con tu mano. Ahora todo se resume en tratos superfluos. Te sigo queriendo y mucho. Siempre me significarás, siempre serás mi punto de partida. Pero ahora recibo una enorme desilusión, te creí inmortal, te creí el mejor, y sí, sé bien que eres alguien especial, alguien a quien le profeso admiración y respeto, pero ahora, todo lo anterior es nada. Amo la vieja imagen que tenía de ti, pero la que ahora te estoy conociendo no te hace justicia. Tal vez, tal vez te recupere, refiriéndome a que volveremos a salir y a hablar como antes, siendo únicamente amigos, porque ya no podría ser de otra forma. Pero ahora más que nunca estoy triste, triste porque algo en mí murió, y mucho tiene que ver contigo, NO CON LA RUPTURA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario