Nunca me sentí más humillada. Se me fueron las ganas hasta de ahogar mis penas. Se me fueron.
Es tiempo de aceptar que lo más inútil es quejarse y no canalizar el miedo.
Miedo siempre va a haber, en situaciones extraordinarias el doble esfuerzo es necesario, y no bajo medios alternos, son cosas que deben de hacerse por voluntad. Hace diez años hubiera muerto de desesperación al ver mi situación actual, no comprendería cómo fue que llegué a esto. Pero no es tiempo de analizar el porqué, sino de hallar una solución. Y tampoco dar rodeos hallándola, sino ponerla en marcha desde ayer. No más.
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